viernes, 22 de noviembre de 2013

Un mal chiste


Como os comenté en otra entrada, me presenté con este relato a la III Edición del Concurso Internacional de Microrrelatos Museo de la Palabra de la Fundación César Egidio Serrano sin la más mínima perpectiva de ganar pues era evidente que ganaría alguien de renombre, sino con la ilusión de participar en un concurso que pretendía entrar en el Guinness y porque me gustaba la propuesta "Palabra y Libertad"

Pasó el tiempo y leí esta información que paso a resumiros y que me dejó estupefacta: en el concurso participaron 119 países que aportaron 22571 microrrelatos. Hubo una criba previa realizada por un Jurado Técnico compuesto por catedráticos y profesores que redujeron la lista a 36 relatos finalistas. El Jurado final, compuesto por embajadores de más de 20 países decidieron que el primer premio, dotado con 20 000 dólares, fuera para “El francotirador”, de Armando Macchia, escritor argentino.

La polémica tardó poco en estallar: era un plagio de un chiste antiguo muy conocido en latinoamérica.




EL FRANCOTIRADOR por Armando Macchia

Todos los días, mientras esperaba el ómnibus, un niño me apuntaba desde un balcón con el dedo, y gatillaba como un rito su arma imaginaria, gritándome “¡bang, bang!”. Un día, solo por seguirle el rutinario juego, también yo le apunté con mi dedo, gritándole “¡bang, bang!”. El niño cayó a la calle como fulminado. Salí corriendo hacia él, y vi que entreabría sus ojitos y me miraba aturdido. Desesperado le dije “pero yo solo repetí lo mismo que tú me hacías a mí”. Entonces me respondió compungido: “sí señor, pero yo no tiraba a matar”.

El Chiste (tomado de Chistes.com)

Todos los días pasaba por una casa un repartidor de periódicos, el cual siempre que entraba al patio delantero a dejar el periódico, encontraba a un niño que lo esperaba, y con la mano y el dedo apuntándole, le hacía: -
¡Pum, pum, pum! –Simulando disparos contra el repartidor-.
Esto era cosa de todos los días, todos los días. Pero un día el repartidor dijo:
-Ah no, hoy le voy a seguir el juego, porque ya me tiene cansado que todos los días me dispare, aunque sea de mentiras.
Entonces, llega al otro día, entra al patio, y observa que el niño está en el techo, entonces el repartidor le apunta con el dedo y dice:
-¡Pum, pum, pum, y pum!
Cae el niño al suelo desde el techo, y entonces el repartidor asustado corre hacia él, y le dice:
-Niño, niño, ¿Estás bien?
El niño le responde medio inconsciente:
-¡Yo nunca te tiré a matar!


                              


Varios medios se hicieron eco del plagio. Mientras, el Museo de la Palabra guardó silencio silenciando, de paso, comentarios críticos en facebook  y el autor intentó justificarlo con un curioso sueño que a más de uno le hizo reír con más ganas que el chiste.

No sé a vosotros, pero a mí no me hace ninguna gracia.